Abraham Coco

Su madre le puso Soledad por la Virgen de Benlliure, aunque es en la parroquia de Fátima donde vive su fe. En ella organiza desde hace años la misa de niños y eso tal vez explique que el principal sentimiento que el Cristo de la Agonía Redentora le ha inspirado sea la ternura. Lo cuenta en febrero, en una tarde de paraguas ya anochecida, regada con té rojo en una cafetería en una esquina de la plaza de la Libertad.
La grabadora registrará cuarenta minutos y ocho segundos de una charla más que de una entrevista que empezó antes de apretar el botón y continuará aún después de camino hacia Garrido, el barrio en el que reside la poeta ante la Cruz de 2014, Soledad Sánchez Mulas, dedicada profesionalmente a la administración en la empresa privada y estudiante, aplicada, de Filología Hispánica. La cita es el día después de terminar los exámenes, uno antes de entregar en la sede de la cofradía su poemario “Agua desnuda”. En los próximos párrafos, hablará del proceso creativo y de este acto cuaresmal.
Poeta y cruz. El próximo Domingo de Pasión unirá ambas palabras. ¿Qué es esto?Es poner la voz de la poesía delante de una cruz, manifestar tu creencia cristiana, en un acto solemne que es una maravilla. Pero sobre todo es hacer una introspección porque para mí este año ha sido un año de reflexión. He ido muchas veces a la Catedral. He estado allí en silencio mucho tiempo. No creo que tanto para inspirarme como sí para conocerme un poquito mejor. Ha sido un regalo a todos los niveles. José Amador Martín me decía que hay un antes y un después del Poeta ante la Cruz. Y es verdad.
¿Qué es para ti la poesía, Soledad? ¿Y la cruz?La poesía es la pregunta a la que muy poca gente ha podido llegar a responder. Para mí es el eco del mundo. Quizá sea la forma que tengo de expresar mi relación con lo que me rodea, de lo cotidiano a lo profundo. Mi poesía no es una poesía de sufrimiento, sino que procuro siempre que sea de esperanza. Porque entiendo que hay una parte fea de la vida, mala, pero ya hay otras voces que se están encargando de hablar sobre ella.Y la cruz en mi vida es todo. Soy creyente y Dios está conmigo. Jesús está aquí. Es una parte más de mi vida. No es que haya una poesía que sea mística y luego otro tipo de poesía, no. Escribo y a veces aparece explícitamente la figura de Dios. Pero siempre subyace en mi poesía porque soy cristiana y es algo inherente a mí forma de escribir.
La cofradía te propuso ser poeta hace ya bastante tiempo.Sí, en noviembre de 2012. El Poeta ante la Cruz está escrito a lo largo del último año. Aunque había algún poema que ya estaba en germen y que he terminado de hacer, no he utilizado poemas que tuviera de antes porque el poemario que presenté al Fernando Rielo, “Besar tu claridad”, prácticamente recogía toda la parte mística que yo tenía.
¿Y cómo han sido estos meses?Ha sido un tiempo de reflexión, de disfrutar mucho, aunque también lo he pasado mal porque ha habido algún poema en los que la reflexión se ha ido por otra parte o no llegaba a decir lo que quiero. Y eso siempre remueve. Ha sido un año complicado.
Cuando te proponen ser poeta ante la Cruz, ¿ideas pronto un modo de enfocarlo? ¿Hay un poema en mente al que llegar? ¿O no se parte de ideas o intenciones?Claro. ¿Sabes qué pasa? Yo jamás me imaginé que iba a llegar a ser poeta ante la Cruz. He ido a muchos y he disfrutado un montón porque son personas a las que admiro muchísimo como Mercedes Marcos, Antonio Sánchez Zamarreño, Asunción Escribano o José Amador Martín. Si de mí hubiera dependido, la primera intención habría sido decir que no estaba preparada. Pero después entendí que confiaban en mí. Me senté con un papel y un bolígrafo pensando qué contar. Y no me salía nada. Lo que hice fue ir a la Catedral. He ido mucho a lo largo de este año. Me puse delante del Cristo y así surgió el primer poema. Para mí era la imagen de la inocencia, de un niño. La entrega absoluta.
¿Cómo se enfrenta el poeta a la talla del Cristo de la Agonía Redentora?El proceso creativo ha sido algo muy íntimo que he comentado con gente que ya lo había sido o mi familia. Mi marido me preguntaba cómo me ha podido evocar la imagen de un niño. Ese sufrimiento esconde detrás una ternura que he querido sacar y reflejar.
¿Qué lugar ha ocupado el crucero de la Catedral en el proceso de creación?Para mí el entorno de la plaza de Anaya ya tenía un significado especial, pero en el Poeta ha sido un lugar de encuentro. Han sido muchas horas las que he pasado allí.
¿Y de dónde viene el título “Agua desnuda” que le ha dado al poemario?Ese elemento es el nexo común de mis poemas, está muy presente en toda mi poesía, al igual que los pájaros, porque para mí tienen un significado muy positivo o negativo, depende. Quise hace una interpretación del sufrimiento, de la pasión de Jesús, tratar de extrapolarla al hoy. Hay una visión también inevitablemente femenina, de madre. Tengo dos hijas. De esa madre que entregó a ese hijo porque sabía que era para el mundo.
¿El poeta cómo escribe? ¿Llega la inspiración? ¿La busca? ¿La propicia?La inspiración –y no son palabras mías– debe encontrarte trabajando. Evidentemente hay veces que un verso te viene a la cabeza. Siempre llevo una libretita y un bolígrafo porque a veces la idea te viene en un momento dado. Pero, por ejemplo, no es bueno escribir desde la emoción porque supone poemas muy excesivos. Escribo y dejo dormir esos poemas un tiempo; luego vuelvo a ellos. A veces los deshaces. Otras te queda el cuerpo para construir otro. A veces los miro y puede que lleven detrás cinco meses de trabajo. Soy poco prolífica. Intentas darle un ritmo, aunque no lleve una métrica al uso. En el poemario hay algún poema con verso libre. La mayoría son endecasílabos y heptasílabos, pero no con una ritma consonante o asonante. Muchas veces he sacrificado la técnica o la pureza estilística por la verdad. Había una palabra que encajaba menos, pero expresaba más mi verdad. Y la he preferido poner antes de buscar algo más fácil o más sonoro. En ese sentido, me gusta mucho la poesía de Asunción; la encuentro muy bella porque se aleja de lo que es una pureza formal y es difícil de alcanzar.
Percibo que el mundo de la cultura aprecia este acto más que los cofrades.La poesía es una de las artes más difícil de entender, aunque a veces no hay que entender nada, sólo te tiene que transmitir algo. A lo mejor tampoco se entiende el acto, aunque ,al fin y al cabo, es la mirada de una persona sobre sus creencias, sobre Jesús. Es un acto que, culturalmente, para las personas que amamos la poesía en Salamanca tiene muchísima importancia porque apreciamos el valor de todos los que han pasado por él, que son nombres importantísimos de la poesía incluso en España. Cualquiera de los poemas escritos ex profeso para el acto tienen una carga brutal. Eso le da realce.
El Poeta reúne varios elementos que generan una atmósfera especial.Una música acorde, el lugar en sí, que evidentemente es idóneo, la propia imagen… Toda la iconografía acompaña al poemario. Al mío lo va a revalorizar. La cofradía ha sabido aunar una serie de factores que hacen que no haya ningún acto como este.
Que ni es una oración ni un recital.Cierto. Hay una parte de oración y una parte formal, de belleza, de estilo, de la manera de decir aquello que sentimos, una medida, un clímax, un fin. La primera vez que fui me recordaba mucho a las primeras representaciones teatrales medievales en recintos sagrados, con textos cortitos, que contaban con el apoyo del entorno y de la fe de los asistentes. El Poeta ante la Cruz es un acto que llegará a estar en los libros de literatura.