“Sucede hoy con frecuencia que los cristianos se preocupan mucho por las consecuencias sociales, culturales y políticas de su compromiso, al mismo tiempo que siguen considerando la fe como un presupuesto obvio de la vida común. De hecho, este presupuesto no sólo no aparece como tal, sino que incluso con frecuencia es negado.

Mientras que en el pasado era posible reconocer un tejido cultural unitario, ampliamente aceptado en su referencia al contenido de la fe y a los valores inspirados por ella, hoy no parece que sea ya así en vastos sectores de la sociedad, a causa de una profunda crisis de fe que afecta a muchas personas. No podemos dejar que la sal se vuelva sosa y la luz permanezca oculta. Como la samaritana, también el hombre actual puede sentir de nuevo la necesidad de acercarse al pozo para escuchar a Jesús, que invita a creer en Él y a extraer el agua viva que mana de su fuente. Debemos descubrir de nuevo el gusto de alimentarnos con la Palabra de Dios, transmitida fielmente por la Iglesia, y el Pan de la vida, ofrecido como sustento a todos los que son sus discípulos”.
Son palabras de Porta Fidei, carta apostólica mediante la que Benedicto XVI convoca un Año de la Fe, que se inauguró el pasado 11 de octubre de 2012, coincidiendo con el 50º aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II, y será clausurado el 24 de noviembre de 2013, solemnidad de Cristo Rey, último domingo del presente año litúrgico.
Año de la Fe que ha de resultar muy sugerente para todos los cofrades, que viven su fe en el seno de una hermandad, por lo que han asumido un mayor compromiso eclesial, y que además la anuncian, la testimonian, la hacen patente en la calle a través de la procesión.
En nuestra Iglesia salmantina se han marcado una serie de acciones y prioridades pastorales diocesanas para el Año de la Fe, y entre ellas nos encontramos con varias dirigidas de manera particular a las cofradías. Por ejemplo, la propuesta de comenzar todas las procesiones con una oración común o la de entregar el Credo a los nuevos hermanos cuando sean recibidos en la cofradía. Igualmente, actos ya instituidos como el Vía Crucis que organiza la Junta de Cofradías al inicio de la Cuaresma, entroncarán con el sentido del Año de la Fe. También la Oración Cofrade, encuentros de adoración eucarística que se celebran los terceros jueves de mes a las diez de la noche en la capilla de Adoración Nocturna (Crespo Rascón, 45), o las habituales reuniones mensuales de la Coordinadora Diocesana de Hermandades y Cofradías, en las que se estudia la citada Porta Fidei entre otros asuntos de interés.
Particular esfuerzo hemos de hacer los cofrades por formarnos, por saber dar razón de nuestra fe, conocer lo que creemos para amarlo más y mejor. En este sentido se han organizado sendas jornadas formativas sobre la Caridad y la acción social en las cofradías (24 noviembre) y sobre la Liturgia y paraliturgia (2 febrero). Queda sobre la mesa la idea de elaborar un proyecto común de Caridad que aúne a distintas cofradías y cofrades, para el que se cuenta con todos los que tengan inquietud por darse al hermano que más lo necesita.
Otra dimensión importante es la de la pastoral juvenil, siendo como son tan numerosos los jóvenes integrantes de las cofradías. Por ello se han organizado celebraciones penitenciales y una nueva edición, ya la tercera, del Encuentro Diocesano de Jóvenes Cofrades (9 febrero). En el tiempo de Pascua se ha convocado el IIº Vía Lucis Joven (4 mayo). Aprovecho para animar a los jóvenes de esta Cofradía de Cristo Yacente a seguirse sumando a estas actividades, como ya han hecho algunos de ellos.
“Todos somos conscientes de las dificultades con las que ahora se encuentra nuestra confesión de fe y sentimos la actualidad de la pregunta de Jesús: “Cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?” (Lc 18,8). Reconocemos, por ello, la necesidad de que la fe se renueve y fortalezca, y se convierta en una convicción profunda y en una fuerza real de vida en el encuentro personal con Jesucristo, de manera que aliente y haga eficaces todas las oportunas reformas y cambios de estructuras de la Iglesia, para el mejor cumplimiento de su misión”.
Palabras éstas de nuestro Obispo en su carta pastoral con motivo del Año de la Fe. Renovación que cada fiel, cada cofrade, ha de procurar en su propia vida, fruto de una acercamiento mayor a la intimidad con Jesús, el que agoniza en la Cruz para redimirnos, el que yace en el sepulcro para abrazarnos en su infinita Misericordia, el que resucita para regalarnos también a nosotros la eterna vida.